A José Berenguer, compañero de rutas

CAROLE SINCLAIRE AGUIRRE

Entrego estas palabras con profunda admiración, cariño y gratitud a José (Pepe) Berenguer, compañero de trabajo, maestro y amigo, con quien he compartido toda mi vida profesional en el museo.

Le dedico este homenaje en esta edición especial del Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, publicación a la que José dio vida y dirigió con tanta entrega, rigor y visión durante más de tres décadas. Desde su primer número, en 1986, hasta su retiro como curador del museo en 2021, fue su editor jefe, guiando con claridad intelectual y sensibilidad académica cada volumen. Gracias a su liderazgo, el Boletín se consolidó y es hoy reconocido como una plataforma fundamental para la difusión del conocimiento del arte precolombino, la arqueología y la antropología, no solo en Chile, sino en toda nuestra América. Como parte del actual equipo editorial, y habiendo participado durante años de su Comité Editorial, he sido testigo directa de la enorme huella que José dejó en esta publicación, así como del camino que trazó con claridad y compromiso para su proyección futura. Su labor editorial no solo marcó un estándar de excelencia académica, sino también un espíritu de colaboración y apertura que sigue presente en el trabajo del Boletín.

Compartir este homenaje junto a otras voces clave en la historia del museo –como Carlos Aldunate, su ex director y colega desde los inicios de la institución, y Cecilia Puga, su actual directora– es motivo de profunda emoción y gratitud.

Este reconocimiento tiene para mí una dimensión especialmente íntima: fui su compañera de trabajo desde los inicios del museo, en 1981, y tuve la fortuna de compartir con él mi vida profesional, cuando como joven estudiante de arqueología, llena de entusiasmo y deseo de aprender, me integré a esta noble institución. A lo largo de más de cuatro décadas, Pepe fue un maestro generoso, un guía, y una presencia constante que marcó profundamente mi formación como curadora y arqueóloga. Fundador y responsable, además, del Departamento de Curaduría del Museo –el primero en una institución con estas características en Chille–, José participó activamente en la creación de los guiones curatoriales y dirigió numerosas exposiciones de arte precolombino, junto con escribir muchos de sus respectivos catálogos, los que hoy forman parte fundamental del acervo y la difusión cultural de este museo. Con el paso de los años, me he dado cuenta del importante rol que él ejerció en la consolidación de un equipo de trabajo interdisciplinario en las labores curatoriales que desempeñamos y que ha trascendido al museo por su excelencia y compromiso.

Pepe supo también conjugar su actividad curatorial con su quehacer como investigador y académico, dejando una huella indeleble tanto en el ámbito científico como en la difusión de nuestro patrimonio cultural. Sus aportes a la arqueología chilena y en particular del Norte Grande, son reconocidos ampliamente por sus pares y con destacadas publicaciones. Notables son los estudios que por más de cinco décadas ha realizado del arte rupestre de la provincia del Loa, o acerca de la presencia e influencia de los imperios Tiwanaku e Inka en la región nortina y las complejas prácticas sociales y rituales de los caravaneros prehispánicos del desierto de Atacama, solo por nombrar algunos de ellos. Su mirada, siempre aguda y sensible y, sobre todo, propositiva, nos ayuda a entender el pasado para comprender el presente desde una perspectiva profundamente humana.

Aunque en 2021 dejó su cargo como Curador Jefe, ha continuado estrechamente vinculado al museo como Curador Emérito. Nos acompaña y apoya con la misma generosidad de siempre, compartiendo no solo su vasto conocimiento y experiencia, sino también su sabiduría, tan valiosa para quienes seguimos trabajando en este proyecto común que él ayudó a construir desde sus cimientos.

Más allá de los logros y reconocimientos –que son muchos–, lo que más admiro de Pepe es su entrega desinteresada, su constancia, y su profundo compromiso con el arte, la cultura y la comunidad del Museo. Haber recorrido juntos esta ruta profesional ha sido uno de los grandes privilegios de mi vida. Su experiencia perdura no solo en las exposiciones, en el conocimiento de las colecciones y en sus publicaciones, sino también y, sobre todo, en las personas que tuvimos el honor de aprender y colaborar con él, y de compartir su pasión por comprender y preservar nuestro pasado y presente común.

Gracias, Pepe, por tanto. Este homenaje es apenas un pequeño reflejo de la profunda huella y compromiso que sigues dejando en todos tus colegas del museo y en mí, particularmente.

Carole Sinclaire Aguirre*

* Coeditora del Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago, Chile.
E-mail: csinclaire@museoprecolombino.cl