Las mujeres de Uhx Teˀ K’uh en la corte palencana. Una nueva aproximación a través de sus representaciones

The Women of Uhx Teˀ K’uh in Palenque Court. A New Approach through Their Representations

Resumen

Ix Tz’akb’u Ajaw e Ix Kinuuw Mat fueron dos mujeres originarias de la ciudad de Uhx Teˀ K’uh, quienes, de acuerdo con las menciones en los textos, desempeñaron un rol fundamental en las relaciones entre su localidad y la corte palencana durante el siglo vii ec. Sin embargo, los datos registrados no siempre son suficientes para entender las funciones de estas figuras históricas en la corte. En tal sentido, el arte, como medio de expresión cultural, constituye una importante fuente de información complementaria sobre la cosmovisión, la identidad y los cometidos de estas mujeres. Por ello, en el presente trabajo revisamos sus biografías a través de los resultados del análisis pormenorizado de sus retratos desde una perspectiva de género. Esto nos permite realizar una aproximación novedosa a sus historias y una reflexión sobre el papel que desempeñaron en el contexto sociopolítico en el que vivieron.

Palabras clave: maya, arte, Uhx Teˀ K’uh, Palenque, estudios de género, iconografía, difrasismos.

INTRODUCCIÓN

La relación entre Palenque y las ciudades de su entorno ha sido objeto de numerosas investigaciones, siendo especialmente relevantes sus interacciones con Tortuguero y Uhx Teˀ K’uh (Grube et al. 2002; Bernal 2005; Marken & Straight 2006; Sekacheva 2020; Botzet 2022; entre otros). Aunque desconocemos la ubicación de esta última, las teorías apuntan a que se localizaba en un área cercana a las otras dos (fig. 1), y algunas propuestas la sitúan en la región de Salto del Agua, sobre el río Michol (Sekacheva 2020: 109), o en el sitio arqueológico de Cerro Limón, Tabasco (Bernal 2005: 85; Garza et al. 2012: 78-82). Además, la urbe destaca en los textos jeroglíficos por haber protagonizado con Palenque alianzas que se remontan al período Clásico Temprano (250-600 ec) (Polyukhovych et al. 2024 Ms.), así como por sus conflictos con Tortuguero, y sobresale por ser el lugar de origen de las mujeres cuyos retratos se analizan en este artículo.

Figura 1. Mapa de la posible localización de Uhx Teˀ K’uh, según Guillermo Bernal (2005) y Daria Sekacheva (2020). Figure 1. Map showing the possible location of Uhx Teˀ K’uh, according to Guillermo Bernal (2005) and Daria Sekacheva (2020).

Esta investigación se centra en el siglo vii ec, concretamente en los años en torno al traslado de las mujeres de Uhx Teˀ K’uh a Palenque para establecer alianzas matrimoniales. La primera en llegar fue Ix Tz’akb’u Ajaw, en un momento en que la dinastía palencana se acababa de escindir por problemas de sucesión, estableciéndose K’ihnich Janaab’ Pakal en Lakamhaˀ e Ik’ Muuy Muwaan i en Tortuguero, ambos en el actual estado de Chiapas, México (Bernal 2001: 19). Su entrada a la ciudad tuvo lugar en el año 626 ec (Vega 2017: 94), y algunos años después lo hizo Ix Kinuuw Mat, probablemente con el objetivo de fortalecer estos vínculos previos. Guillermo Bernal (2005: 80) propone que parte de la nobleza de Uhx Teˀ K’uh arribó a la corte palencana huyendo de un nuevo conflicto con Tortuguero, el que tuvo lugar a mediados de ese siglo, aunque se desconoce la fecha exacta.

En relación con estos episodios históricos, es importante destacar los roles que desempeñaron ambas mujeres y que quedaron plasmados en el arte. Sin embargo, estas funciones fundamentales han pasado desapercibidas en una literatura que tiende a poner el foco en sus maridos e hijos. Por ello, en este trabajo se realiza una nueva revisión de sus biografías y un análisis exhaustivo de sus representaciones desde una perspectiva de género, lo que ayuda a poner de relieve su participación en el contexto sociopolítico del momento.

LOS MATRIMONIOS INTERDINÁSTICOS DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

De acuerdo con Joyce Marcus (1976: 169), “It is possible that each site commemorated a single woman on several stelae for her role in establishing an alliance, thus enabling her progeny to claim descent from a very high-status lineage”.¹ Esta afirmación alude a las mujeres de la realeza que se desplazaron desde sus ciudades natales hacia otras capitales durante el período Clásico (250-900 ec) con la finalidad de afianzar lazos políticos por medio del matrimonio. Este tipo de estrategias fueron prolíficas también en otras geografías y en otros tiempos, como, por ejemplo, en la Europa medieval. No obstante, como sostiene Theresa Earenfight (2013: 2), a pesar de que las reinas medievales fueron visibilizadas por sus contemporáneos y sus logros quedaron sobradamente documentados, quienes estudiaron la historia fueron principalmente hombres, y, por tanto, ésta fue contada por hombres, sobre reyes. Este fenómeno aplica igualmente para las culturas precolombinas y es algo que las investigaciones con perspectiva de género llevan décadas intentando remediar. Por ello, destaca la idea de Marcus (1976) en la que, por primera vez, se señala la capacidad de agencia de estas mujeres, lo que parece estar repercutiendo en las nuevas narrativas (Martin 2020: 183), frente a los discursos tradicionales que solían presentarlas como peones en un juego de poder dominado por varones.

Si bien, como personas pertenecientes a la realeza, seguían encorsetadas en las tareas propias de un mandatario, no existen pruebas que respalden una participación menos proactiva que la de sus compañeros. De hecho, sobre las mujeres que protagonizaron este tipo de alianzas, Rosemary Joyce (2000: 83) sostiene: “Such women were almost literally re-creating primordial conditions, reestablishing royal houses or establishing them for the first time”.² Ejemplos significativos de ello son Ix Wak Jalam Chan en Naranjo e Ix K’ab’el Xook en El Perú. El caso de las nobles de Uhx Teˀ K’uh se aborda siguiendo esta perspectiva.

UXH TEˀ K’UH ENTRE LOS ALIADOS DE PALENQUE

Los datos bibliográficos, epigráficos e iconográficos proporcionados por diferentes autores han dado lugar a diversas hipótesis sobre la relación que existió entre Uhx Teˀ K’uh y Palenque. Inicialmente, Bernal (2005: 81, 85-86) argumentó que Uhx Teˀ K’uh fue un linaje subordinado que sobresalió en la corte de esta última ciudad por considerarse un lugar estratégico a nivel militar y comercial. Al respecto, Arnoldo González (2011: 206-211) planteó que este asentamiento tuvo acceso a minas y, por tanto, pudo ser clave en la explotación, control y circulación de materiales preciosos (Ángel Sánchez, comunicación personal 2023). Por otro lado, Daria Sekacheva (2020: 112-114) sugirió que el matrimonio de Ix Tz’akb’u Ajaw proporcionó apoyo adicional ante la escasez de poder político que poseía la urbe al inicio del reinado de K’ihnich Janaab’ Pakal, por lo que la casa de Uxh Teˀ K’uh pudo influenciar en el ascenso al poder de K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii, y que el hecho de que Tortuguero tuviera a esta ciudad como objetivo de sus campañas militares se debió a su situación geoestratégica. Finalmente, Marie Botzet (2022: 214) propuso que la relación entre Uhx Teˀ K’uh y Palenque era muy cercana y que Tortuguero también era un aliado, lo que explicaría la existencia del mismo glifo emblema en ambos lugares. En tal contexto, según la autora, el inicio del conflicto con Tortuguero pudo deberse a un cambio dinástico en Uhx Teˀ K’uh (Botzet 2022).

Estas propuestas conducen a la hipótesis de que Palenque, entre otras cosas, pudo estar interesada en la fuerza militar de Uhx Teˀ K’uh. Tal vez estas señoras la entregaron a cambio de una posición en el gobierno, así como del trono para sus herederos. Además, los registros epigráficos dejan constancia de que ellas no fueron las únicas integrantes de la casa de Uxh Teˀ K’uh ligadas con la corte palencana. Los textos también sitúan en las interacciones palaciegas a otros dignatarios procedentes de la misma localidad, especialmente durante el mandato de K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii (Bernal 2005: 82; Sekacheva 2020: 110-113; Polyukhovych et al. 2024 Ms.). No obstante, ellas resaltan por haberse convertido en las consortes reales y, por consiguiente, en las encargadas de legitimar el poder de los siguientes mandatarios, sellando, mediante sus matrimonios, las alianzas entre su casa natal y Palenque, la capital regional. Por esto, consideramos apremiante reescribir sus historias visibilizando sus contribuciones en el devenir de la región. Para este propósito es fundamental analizar la riqueza iconográfica de sus retratos, como se hace más adelante, y no solo los textos en los que aparecen mencionadas, una tarea que ha quedado minuciosamente registrada en los trabajos de Guillermo Bernal (2005), Boguchwała Tuszyńska (2016, 2017), Daria Sekacheva (2020) y Marie Botzet (2022).

IX TZ’AKB’U AJAW E IX KINUUW MAT, DOS FORASTERAS EN LA CORTE

Ix Tz’akb’u Ajaw nació a principios del siglo vii ec en el seno de la familia real de Uhx Teˀ K’uh. Se desconoce el nombre de su madre, pero se sabe que su padre fue Yax Itzam Aat, soberano del sitio (Bernal 2005: 77; González 2011: 249). Su alta posición social y las conexiones entre Uhx Teˀ K’uh y Palenque desde mediados del siglo vi ce, explicarían su traslado a esta última y su matrimonio con el gobernante K’ihnich Janaab’ Pakal (Stuart 2005: 91; Stuart & Stuart 2008: 162).³ Su presencia en la capital se remonta, aproximadamente, al año 626 ec, fecha en la que se cree que se desposó con el mandatario (Martin & Grube 2002: 162). En el año 635 ec dio a luz a su primer hijo, K’ihnich Kan B’ahlam ii, convirtiéndose en la madre del heredero al trono, aunque no fue el único de sus descendientes que rigió en Palenque. En el año 644 ec alumbró a K’ihnich K’an Joy Chitam ii, que recibiría el poder de manos de su hermano (Martin & Grube 2002: 162), y en el año 648 ec nació Tiwol Chan Mat, quien falleció antes de llegar al poder (Stuart & Stuart 2008: 162, 248; Polyukhovych et al. 2024 Ms.).

Dada su prominente posición en el gobierno, el nombre y los títulos de Ix Tz’akb’u Ajaw fueron registrados en diferentes monumentos de Palenque. Fue mencionada en los textos del Templo de las Inscripciones, de los templos del Grupo de la Cruz, del Tablero del Templo xiv, del Tablero del Palacio y del Tablero de Dumbarton Oaks (Bernal 2005; Stuart 2005; Tuszyńska 2016, 2017; Botzet 2022). Así, a pesar de su condición de forastera, fue reconocida como una de las figuras políticas más destacadas en la historia de la ciudad. Todo esto debió llevarla a desempeñar una serie de funciones culturales, religiosas y políticas que son difíciles de rastrear debido a la falta de fuentes, pero que se deben reivindicar igualmente, teniendo en cuenta su cargo. Como se observa en el análisis de sus retratos, sus atributos iconográficos indican que debió ejercer, como cualquier otra soberana, tanto en ceremonias y rituales religiosos, en la promoción del desarrollo arquitectónico, la comisión de obras de arte, el auspicio de banquetes y la supervisión de la producción textil, así como participar en la vida política y bélica de la urbe. Se calcula que falleció a los 58 años, el 13 de noviembre de 672 ec (Stuart & Stuart 2008: 169; González 2011: 245).

Se ha propuesto que Ix Tz’akb’u Ajaw pudo ser la famosa Reina Roja enterrada en el Templo xiii-sub. Esta propuesta se fundamenta en los estudios de adn realizados por la Universidad de Lakehead, de Canadá, que indican que no fue ni una antepasada, ni una descendiente directa de los dos gobernantes, por lo que podría tratarse de esta mujer, cuya reconstrucción facial, además, ha sido comparada con sus retratos (Velásquez & Tiesler 2022: 354-356). Esto implicaría que uno de los ajuares funerarios más ricos y venerados del sitio sería de su pertenencia (Bernal 2005: 80-81; Stuart & Stuart 2008: 183-184), y de ser así, este reconocimiento post mórtem dejaría constancia de la importancia que tuvo esta señora durante su vida.

Si bien las menciones epigráficas nos posibilitan reconstruir parcial y cronológicamente su biografía, sus retratos, elaborados en retrospectiva en la primera mitad del siglo viii ce, ofrecen información complementaria sobre la consideración que tuvo en la corte y las funciones que debió desempeñar. De ella se han identificado hasta cuatro representaciones. La primera, en el Templo xiv, en un tablero dedicado por su hijo K’an Joy Chitam ii para honrar a su predecesor K’ihnich Kaan B’ahlam ii (Schele & Miller 1992: 274; Bernal 2005: 81-82) (fig. 2). Este mismo soberano encargó otro tablero exclusivo para el palacio, en el que se halla un segundo retrato de nuestra protagonista junto a su hijo K’an Joy Chitam ii y, a su derecha, su marido (Bernal 2005: 82) (fig. 3). En el Tablero de Dumbarton Oaks, nuevamente aparece esta mujer, en este caso en el lado izquierdo de la composición, al lado de su marido y su hijo, K’an Joy Chitam ii (Schele & Miller 1992: 275; Bernal 2005: 82) (fig. 4).

La cuarta representación asociada a Ix Tz’akb’u Ajaw se encuentra en los pilares internos de la fachada principal del Templo de las Inscripciones, donde existen cuatro retratos tallados en estuco y policromados (fig. 5). Las figuras se muestran de pie, sujetando en sus brazos a un bebé deificado. Tres de estas imágenes muestran a personajes masculinos –posiblemente K’ihnich Janaab’ Pakal y sus dos hijos herederos– y solo a una mujer. Aunque, dado su contexto, carecemos de la inscripción nominal, diversos especialistas han propuesto que se trataría de Ix Tz’akb’u Ajaw, como consorte real y madre legitimadora del poder de los futuros mandatarios (Schele & Mathews 1998: 99; Stuart & Stuart 2008: 169-170). La posibilidad de que corresponda a una ilustración del conjunto de la familia real nos lleva a incluirla también como objeto de análisis en este trabajo, si bien otras teorías apuntan a que se trataría de Ix Sak K’uk’ (González 2018: 87).

Figura 2. Ix Tz’akb’u Ajaw (izquierda) entregando la efigie K’awiil a su hijo K’ihnich Kaan B’ahlam ii (derecha). Tablero del Templo xiv, Palenque (ilustración de Linda Schele, sd-150, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 2. Ix Tz’akb’u Ajaw (left) handing over the effigy of K’awiil to her son, K’ihnich Kaan B’ahlam ii (right). Tablet in Temple xiv, Palenque (illustration by Linda Schele, sd-150, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Figura 3. Ix Tz’akb’u Ajaw (derecha) otorgando el difrasismo toˀk’-pakal a su hijo K’an Joy Chitam ii (centro) junto a su marido K’ihnich Janaab’ Pakal (izquierda). Tablero del Palacio, Palenque (ilustración de Linda Schele, sd-124, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 3. Ix Tz’akb’u Ajaw (right) giving the diphrastic toˀk’-pakal to her son, K’an Joy Chitam ii (center) along with her spouse, K’ihnich Janaab’ Pakal (left). Tablet in the Palace of Palenque (illustration by Linda Schele, sd-124, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Figura 4. Ix Tz’akb’u Ajaw (izquierda) ofreciendo la efigie K’awiil a su hijo K’an Joy Chitam ii (centro), junto a su marido K’ihnich Janaab’ Pakal (derecha). Tablero de Dumbarton Oaks, Palenque (ilustración de Linda Schele, sd-120, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 4. Ix Tz’akb’u Ajaw (left) giving the effigy of K’awiil to her son, K’an Joy Chitam ii (center), along with her spouse K’ihnich Janaab’ Pakal (right). Dumbarton Oaks Tablet, Palenque (illustration by Linda Schele, sd-120, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Figura 5. Posible retrato de Ix Tz’akb’u Ajaw sosteniendo una versión infantil del dios K’awiil. Pilar C del Templo de las Inscripciones, Palenque (ilustración de Linda Schele, sd-159, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 5. Possible portrait of Ix Tz’akb’u Ajaw holding an infantile version of the god K’awiil. Pillar C of the Temple of the Inscriptions, Palenque (illustration by Linda Schele, sd-159, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Fruto de la relación entre Uhx Teˀ K’uh y Palenque surgió otro vínculo matrimonial, entre Ix Kinuuw Mat y el tercer hijo de Ix Tz’akb’u Ajaw, Tiwol Chan Mat (Bernal 2005: 80). Al igual que su predecesora, esta mujer formaba parte de la realeza de Uhx Teˀ K’uh, por lo que debió ser instruida para ocupar un puesto en la corte. De hecho, se ha propuesto que estarían emparentadas y que fue la propia Ix Tz’akb’u Ajaw quien organizó la alianza con su hijo (Bernal 2005: 80). Los datos disponibles la sitúan en Palenque en el año 678 ec, cuando dio a luz a su hijo K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii (Martin & Grube 2002: 172).

Debido a su elevada posición jerárquica, también ostentó prestigiosos títulos que quedaron registrados en los monumentos, junto con las referencias sobre su origen y parentesco (Bernal 2005; Stuart 2005; Tuszyńska 2016, 2017; Botzet 2022). Se han hallado menciones de ella en el Tablero del Trono del Templo xxi, en el texto grabado en estuco en el Templo xviii y en el Tablero de los Esclavos. En este último, aparece a la izquierda de su hijo K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii, mientras que su marido está sentado a la derecha (Stuart 2012: 7) (fig. 6). Por su parte, Linda Schele y Peter Mathews (1979: fig. 82) también la asocian con el retrato femenino fragmentado encontrado en el Patio Noroeste de El Palacio, datado hacia el año 721 ec (Tuszyńska 2016: 220) (fig. 7).

Figura 6. Ix Kinuuw Mat (derecha) pasando el difrasismo toˀk’-pakal a su hijo K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii (centro) junto a su marido Tiwol Chan Mat (izquierda). Tablero de los Esclavos, Palenque (ilustración de Linda Schele, sd-131, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 6. Ix Kinuuw Mat (right) handing over the diphrastic toˀk’-pakal to her son, K’ihnich Ahkal Moˀ Naab’ iii (center) along with her spouse, Tiwol Chan Mat (left). Tablet of the Slaves, Palenque (illustration by Linda Schele, sd-131, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Figura 7. Posible retrato de Ix Kinuuw Mat. Fragmento de lápida del Patio Noroeste de El Palacio. Corpus de imágenes de la bodega de Palenque, Nº 186 (fotografía de Benito Velázquez Tello, Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural-Instituto Nacional de Antropología e Historia, México). Figure 7. Possible portrait of Ix Kinuuw Mat. Fragment of stone slab from the Northwest Patio of the Palace. Corpus of images from Palenque Storehouse, Nº 186 (photo by Benito Velázquez Tello, Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural-Instituto Nacional de Antropología e Historia, Mexico).

RETRATOS DIGNOS DE GOBERNANTES PALENCANAS

Este trabajo se basa en la relación de los resultados de dos investigaciones anteriores: el análisis de los seis retratos de las señoras de Uxh Teˀ K’uh (Parpal 2021) y el estudio de los difrasismos (Raimúndez 2021), especialmente del toˀk’-pakal, que destaca en estas representaciones, pues aporta pistas sobre la vinculación entre Uhx Teˀ K’uh y Palenque.

En general, al revisitar estas imágenes desde una perspectiva de género, los atributos iconográficos que conforman las figuras de dichas mujeres, así como la posición que ocupan en la escena, cobran un nuevo protagonismo. A continuación, se expone una reflexión sobre los aspectos más significativos, distinguiendo aquellos que las conectan con sus precursoras y los que las diferencian de ellas.

Rasgos compartidos con sus predecesoras

Si nos remontamos a los retratos de Ix Yohl Ik’nal e Ix Sak K’uk’ anteriores a la llegada de estas mujeres (Stuart & Stuart 2008: figs. 10, 37 y 49a), observamos que las figuras de Ix Tz’akb’u Ajaw y de Ix Kinuuw Mat han sido talladas a imagen y semejanza de sus predecesoras, y mantienen los rasgos que caracterizaron el arte palencano (fig. 8).

Figura 8. Retratos de las nobles palencanas con los atributos estudiados. Cetro y efigies de K’awiil en azul, medallón IK’ en turquesa, tocado de tambor mayor en morado, traje de red en amarillo, trono de serpiente en verde y trono en miniatura y difrasismo toˀk’-pakal en rojo: a) cámara funeraria de K’ihnich Janaab’ Pakal (González 2018: fig. 2.69); b) laterales del Sarcófago de K’ihnich Janaab’ Pakal (Stuart & Stuart 2008: figs. 40, 45); c) Placa Oval; d) Tablero del Templo xiv; e) Pilar C, Templo de las Inscripciones; f) Tablero del Palacio; g) Tablero de Dumbarton Oaks; h) Tablero de los Esclavos (ilustraciones de Linda Schele, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos; i) fragmento de lápida de El Palacio (ilustración de Esther Parpal, basada en Schele [1979: 21]) (ilustraciones modificadas por las autoras). Figure 8. Portraits of Palenque nobles with the attributes studied. Scepter and effigies of K’awiil in blue, IK’ medallion in turquoise, headdress of drum major in purple, webbed garment in yellow, serpent throne in green and miniature throne and diphrasistic toˀk’-pakal in red: a) burial chamber of K’ihnich Janaab’ Pakal (González 2018: fig. 2.69); b) side panels of the sarcophagus of K’ihnich Janaab’ Pakal (Stuart & Stuart 2008: figs. 40, 45); c) Oval plate; d) Tablet of Temple xiv; e) Pillar C, Temple of the Inscriptions; f) Tablet of the Palace; g) Dumbarton Oaks Tablet; h) Tablet of the Slaves (illustrations by Linda Schele, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States; i) fragment of a stone slab from the Palace (illustration by Esther Parpal, based on Schele [1979: 21]) (illustrations modified by the authors).

La indumentaria

Uno de los aspectos que sobresale en estas imágenes es el constante uso del patrón de red en el tejido de sus vestimentas. De hecho, su protagonismo en el arte monumental del período Clásico lo ha convertido en objeto de numerosas investigaciones (Stone 1991; Quenon & Le Fort 1997; Le Fort 2002; Looper 2002; García & Vázquez 2012; Vázquez 2017; entre otros). En general, estas teorías concluyen que se trató de un traje ligado a las divinidades del maíz y de la Luna, y por consiguiente, a la fertilidad de la tierra y el renacer de la vida. En las representaciones observamos cómo esta indumentaria fue utilizada por diferentes gobernantes como una forma de personificar dichas identidades divinas y, desde ese estatus sagrado, desempeñar ciertos roles políticos y rituales. Teniendo en cuenta que, en general, la vestimenta fue uno de los marcadores de género más elocuentes en el arte de la élite maya (Parpal 2021: 682), no es de extrañar que el acceso de hombres y mujeres a estas nuevas identidades mediante el traje estuviera también diferenciado. En la mayoría de los casos, ellos adquirían los atributos del dios del Maíz, mientras ellas hacían lo propio con los de la diosa Lunar, aunque a veces combinaban las características de ambos (Looper 2002: 181). El efecto de entremezclar atributos de las dos deidades se conoce como “teosíntesis” y es común en diversas divinidades del panteón mesoamericano (Martin 2015: 210-212).

De hecho, independientemente del atuendo y de los accesorios, las evidencias indican que quienes vestían el traje de red pasaban a habitar un espacio fluido en el que el género se diluía o se transformaba en un tercero mixto (Looper 2002: 174-201). También se ha planteado la posibilidad de que existiera una multiplicidad de deidades asociadas al maíz y a la Luna, sin restricción de género (Gutiérrez 2013: 56). Así, es factible que la androginia fuera la clave que hizo necesario el uso de esta vestimenta en algunos contextos concretos. Al respecto, una de las teorías más aceptadas es que dicho atavío permitía que las gobernantes mayas accedieran a espacios de poder masculinos, los que les eran generalmente restringidos, sobre todo aquellos vinculados con la guerra (Stone 1991: 201-202; Looper 2002: 182-183). Esto cobra sentido entre las mujeres de la dinastía Kanuˀl y sus aliadas que, a partir del siglo vii ec, se caracterizaron por mostrar este diseño sobre una túnica y representarse portando parafernalia bélica y pisando cautivos (García & Vázquez 2012: 10).

Sin embargo, en Palenque existió al parecer un lenguaje propio, pues encontramos varias excepciones a esta norma, y que, tal como sugirió María Eugenia Gutiérrez (comunicación personal 2023), afectó especialmente al tratamiento que recibieron las reinas madres. Como veremos, las señoras no siempre portan este traje al sujetar insignias de poder, como la estatuilla de K’awiil (fig. 4), o incluso aquellas relacionadas con el poder militar, como el toˀk’-pakal (fig. 6). Tampoco necesitan llevarlo para sentarse a la derecha del heredero al trono (fig. 4), aspectos tradicionalmente asociados a los mandatarios varones. Esto nos lleva a pensar que en el imaginario visual de Palenque dichos atuendos tal vez no fueron considerados restrictivamente masculinos, lo que explicaría que ellas no necesitasen portarlo siempre, o que cuando las mujeres de esta dinastía lucieron el traje de red lo hicieron por otros motivos, y no con el objetivo de acceder al supuesto espacio de los varones. En este sentido, se retoma la teoría de Joyce (2000: 80), quien sugirió que su uso pudo depender más de aspectos cosmológicos y ceremoniales, que del género de la persona que lo porta.

En Palenque, la Placa Oval es el monumento más temprano conocido que sigue un tipo de esquema compositivo que influenció a los demás. En ella se exhibe el traspaso de poder en el que el ancestro progenitor entrega las insignias regias al futuro gobernante (Schele 1979: 1). La obra es protagonizada por la reina Ix Sak K’uk’ y su hijo, sin presencia de la figura paterna, por lo que las evidencias no parecen suficientes para argumentar que dicha forma de legitimar el poder fuera un dominio masculino al que las mujeres de esta ciudad solo pudieran acceder transgrediendo el género. Incluso, si se amplía la búsqueda más allá de este marco geográfico y temporal –que se remonta a El Petén del período Clásico Temprano–, observamos que, tanto en la Estela 5 de El Zapote como en la Estela 25 de Tikal, ya se representaron mujeres que, como madres, ejercían de ancestros testigos vistiendo también el traje de red. Así, las pruebas apuntan a que el patrón de red en el tejido llevado en los contextos de traspaso y legitimación del poder efectivamente estuvo vinculado con las madres como ancestros testigos.

En Palenque puede observarse otro ejemplo en la Pilastra C de la Casa A (González 2018: 34-35). Sin embargo, nada indica que estos contextos fueran exclusivamente masculinos y que ellas solo pudieran acceder al personificar a una divinidad, pues es un espacio en el que las madres siempre han tenido protagonismo y existen ejemplos en los que la vestimenta de red ni siquiera existe (figs. 4 y 6). En este sentido, Ana García y Verónica Vázquez (2012: 13) han destacado el rol relevante que ejercieron algunas de las figuras maternas que portaron el diseño de red en sus atuendos. En su caso se refieren a las mujeres de la dinastía Kanuˀl que, como importantes figuras políticas y bélicas de la época, legitimaron el poder de los gobernantes a los que alumbraron (García & Vázquez 2012: 16-17, 19). Algo similar pudo ocurrir con las señoras de Uhx Teˀ K’uh, que posiblemente emplearon esta indumentaria como una forma de reafirmar su poderoso rol, así como para vincularse con otras notables matriarcas del linaje de Palenque.

Además, si observamos los contextos en los que personajes masculinos de Palenque lucieron el vestido de red, comprobamos que están unidos con la tierra, el maíz, la fertilidad y, en definitiva, el renacer de la vida, conceptos que, según la cosmovisión maya, estaban generalmente relacionados con la feminidad y, más en concreto, con las figuras maternas. Lo cual tiene sentido, pues la mayor parte de estos programas iconográficos fueron elaborados para legitimar el derecho al trono de estos mandatarios, acontecimiento en el que sus madres jugaron un rol fundamental. Tal y como afirman García y Vázquez (2012: 19), “en este caso la mujer aparece como generador de poder que en consecuencia mantiene a la humanidad”, y especialmente aquellas que tuvieron que desplazarse y asentar alianzas que ayudasen a crear, reconstruir o sostener la base política de una ciudad (Joyce 2000: 82-83).

Por lo demás, llama la atención el uso del medallón IK’ por parte de Ix Tz’akb’u Ajaw en el Tablero del Templo xiv (fig. 2). Conocido por su forma de T, generalmente se ha relacionado con el “viento”, “aire” o “aliento” de los dioses y los ancestros (Kettunen & Helmke 2011: 83, 162). Mallory Matsumoto y Cara Tremain (2020: 118) propusieron que este símbolo, cuando se disponía en la parte delantera de collares o pectorales, refería a la vida o el aliento que emanaba del pecho de quien lo portaba, su alma después de la vida. Este tipo de adorno fue vestido con anterioridad en Palenque por Ix Yohl Ik’nal y por Ix Sak K’uk’ Ajaw, en sus retratos como ancestros ubicados en los laterales del sarcófago de K’ihnich Janaab’ Pakal. No obstante, no parece haber constituido un identificador de género, pues también lo porta el gobernante Ahkal Moˀ Naab’ i en el lateral del citado sarcófago, y el propio K’ihnich Janaab’ Pakal en la Placa Oval (Stuart & Stuart 2008: figs. 37 y 49a), así como varios de los personajes masculinos tallados en estuco en las paredes que rodean la cámara funeraria del mencionado mandatario (González 2018: 121-123).

La ubicación en la escena

En lo que respecta a las composiciones triádicas en las que las mujeres comparten la acción con sus maridos (figs. 3, 4 y 6), destaca el hecho de que los atributos que las diferencian de ellos son los marcadores de género, como el peinado o la vestimenta, y no los que señalan estatus. En este sentido, tanto por su posición en la escena, como por la ornamentación y la función que realizan, podríamos concluir que el protagonismo de la pareja de progenitores estaba equilibrado a nivel visual.

Ahora bien, se puede contraargumentar que en el Tablero del Palacio y en el Tablero de los Esclavos están situadas a la izquierda del gobernante y fuera de su campo de visión. Linda Schele y Mary Miller (1992: 275) destacan que, generalmente, el padre se ubicaba a la derecha de su hijo cuando se trataba de justificar su posición política, como una forma de indicar la prioridad de la figura paterna. Sin embargo, existen algunos casos en que esto no es así, por ejemplo, en la Estela 11 de Yaxchilán, en la que los padres figuran como testigos en el cartucho superior, o la Estela 25 de Tikal y la Estela 2 de Piedras Negras, en las que los progenitores se hallan en las caras laterales. Igualmente, en Piedras Negras se han encontrado varias estelas, como la 14 o la 33, en las que las madres se disponen frente al trono del mandatario, a su derecha. En Palenque, Ix Tz’akb’u está en dicho lugar, tanto en la composición triádica del Tablero de Dumbarton Oaks, como en el Tablero del Templo xiv, igual que su predecesora en la Placa Oval. Esto es especialmente llamativo en el segundo Tablero, pues K’ihnich Janaab’ Pakal también está en la imagen, pero es ella quien se localiza a la derecha del hijo y no porta el traje de red; sin subestimar el hecho de que existen escenas de traspaso de poder que tienen lugar sin la presencia paterna. También el fragmento que se ha conservado en un Panel de Xupá, de influencia palencana, representa a una mujer emplazada a la derecha con respecto al resto de las figuras que debieron ocupar originalmente la escena (Mayer 1981: fig. 1) (fig. 9).

Figura 9. Retrato femenino en el Fragmento de Xupá (ilustración de Zoraida Raimúndez, basada en Mayer [1981: fig. 1] y en Miller y Martin [2004: fig. 48]). Figure 9. Portrait of a woman on the Xupá Fragment (illustration by Zoraida Raimúndez, based on Mayer [1981: fig. 1] and on Miller and Martin [2004: fig. 48]).

Además, aunque la señora Ix Tz’akb’u se posiciona a la izquierda en el Tablero del Palacio, se sienta sobre el trono con cabeza de serpiente (fig. 3). De acuerdo con Matthew Looper (2002: 189), los tres tronos que se distinguen en la escena hacen referencia a las tres piedras de la creación, lo que reafirma que su presencia en el acto era igualmente indispensable, independientemente de su ubicación. Así, las diferencias de género que la conectan con la serpiente y, como consecuencia, con los sacrificios de sangre y la comunicación con el mundo sobrenatural, no la relegan a un segundo plano, sino que la tornan complementaria (Looper 2002: 192-193). De modo que, aunque las madres no figuraron a la derecha en todas las escenas, tanto los significativos atributos iconográficos que lucían, como la importancia de su presencia para que se llevara a cabo la acción, indican que, como ancestros testigos, eran tan imprescindibles como ellos. Un rol que comparten con sus antecesoras palencanas.

En resumen, la representación de Ix Tz’akb’u Ajaw en el Tablero del Templo xiv imita claramente la composición de la Placa Oval, con la madre como única encargada del traspaso de poder, vistiendo un traje de red y en actitud oferente a la derecha de su hijo. En su pectoral exhibe el mismo medallón IK’ que portan las mujeres retratadas en los laterales del sarcófago. La lectura del texto, unida al análisis de los atributos iconográficos, indican que ella personifica a la joven diosa de la Luna, recreando el primer evento de la toma de K’awiil, según la cosmogonía palencana (Schele & Miller 1992: 272). Esto le confiere, al igual que ocurre con Ix Sak K’uk’, una identidad andrógina, clave para el desempeño de algunas funciones rituales.

Así, el atuendo de red compuesto normalmente de dos piezas constituye un común denominador que conecta los retratos femeninos de esta ciudad pertenecientes a diferentes generaciones (fig. 8). Si aceptamos que el fragmento de la bodega de Palenque alude a Ix Kinuuw Mat, es posible observar que lo vistió de igual manera que su predecesora en el Tablero del Palacio, en el Pilar C del Templo de las Inscripciones y en el Tablero del Templo xiv; y esta, igual que Sak K’uk’ en la Placa Oval. Por último, si se remonta en la línea dinástica, se aprecia que Ix Yohl Ik’nal también lo viste en el relieve de la cámara funeraria de K’ihnich Janaab’ Pakal (Schele & Mathews 1998: 128-129; Stuart & Stuart 2008: fig. 10). Aunque existen propuestas alternativas a esta identificación (Bernal 2004: 19; Ruz 2013: 260), se trataría de todos modos de una figura ancestral palencana, posiblemente femenina. Asimismo, el personaje sin reconocer que performa el rol femenino en la Pilastra D de la Casa D de Palenque junto a K’ihnich Janaab’ Pakal, luce la misma vestimenta (Le Fort 2002), lo que también ocurre con la señora de Xupá (fig. 9).

Rasgos que las diferencian de sus predecesoras

El hecho de que en varias de estas escenas se conmemore el ascenso al trono de los mandatarios y se aluda al traspaso de poder, llevó a los artistas a representar a estas señoras cargando diferentes objetos dotados de un fuerte simbolismo. No obstante, a pesar de las similitudes descritas, ellas no portan el tocado de tambor mayor que ofrece Ix Sak K’uk’. En este sentido, surge la pregunta de si esto se debía a que no pertenecían originariamente a la casa real de Palenque, a la que estaba asociada dicha insignia regia (Schele & Miller 1992: 114). Quizás, futuros hallazgos permitan afirmarlo con mayor seguridad, mientras tanto, es claro que ser extranjeras no las eximió de sujetar otros elementos igualmente significativos.

La efigie del dios K’awiil

Tanto en el Tablero del Templo xiv como en el Panel de Dumbarton Oaks, Ix Tz’akb’u Ajaw sostiene una figurilla del dios K’awiil que recuerda los cetros de esta divinidad empuñados asiduamente por los y las gobernantes en el arte monumental (fig. 8a). Aunque a este objeto se le han atribuido diversos significados, en recientes investigaciones (Prager 2018: 582; Valencia 2022: 151, 154-155, 161) se afirma que, mediante este cetro, quien gobierna puede comunicarse con lo sagrado y adquiere la capacidad del dios de regir sobre las fuerzas sobrenaturales. Acerca del caso concreto de Palenque, donde excepcionalmente estas señoras sostienen una figurilla de cuerpo completo, Rogelio Valencia (2022: 152) interpreta que se trata, justamente, del traspaso del poder del dios.

El difrasismo toˀk’-pakal

Ambas mujeres son figuradas sujetando el difrasismo toˀk’-pakal (figs. 3 y 6). La forma particular de representarlo es exclusiva además de estas imágenes, lo que ha hecho pensar que se trata de un elemento especialmente vinculado con estas señoras y, por consiguiente, con la casa de Uxh Teˀ K’uh (Bassie-Sweet 2019 Ms.). De hecho, la única imagen similar que se conoce también se ha identificado en Palenque, en el Tablero del Templo del Sol, portada por el joven K’ihnich Kan B’ahlam, hijo de Ix Tz’akb’u Ajaw, igualmente oriundo de esta ciudad (Stuart & Stuart 2008: fig. 66). Sobre su significado, cabe señalar que se trata de un difrasismo que hace referencia a la idea de “ejército” o “fuerza militar”, conformado por los términos toˀk’, ‘pedernal’, y pakal, ‘escudo’. Ambos aluden a las armas ofensivas y defensivas que llevan los combatientes, y además apuntan a la idea de guerrero, que se abstrae a la de “ejército” o “fuerza militar”. Su presencia en los textos es frecuente y se observa, por ejemplo, en el Dintel 3 del Templo 1 de Tikal, donde se señala una victoria militar (fig. 10). En los bloques A4 a B5 se lee:

(A4) jubuyi (B4) uTOK‘-PAKAL (A5) yiCH’AKKAK‘ (B5) KUHkaKANAJAW,
jub’u[u]y utoˀk’ pakal Yi[h]ch’aak K’ahk’ k’uh[ul] Kan[uˀl] ajaw,
‘Se abatió el pedernal, el escudo de Yihch’aak K’ahk’ señor sagrado de Kanuˀl’.

Figura 10. Ejemplo de toˀk’-pakal en las inscripciones. Fragmento del Dintel 3, Templo 1, Tikal (ilustración de John Montgomery, JM00725, © John Montgomery, Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc.). Figure 10. Example of toˀk’-pakal in the inscriptions. Fragment of Lintel 3, Temple 1, Tikal (illustration by John Montgomery, JM00725, © John Montgomery, Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc.).

En otras ocasiones, no parece aludir directamente al ejército, sino al poder militar, como en el Dintel 45 de Yaxchilán, donde se indica el relevo del mando del ejército (Vega 2017: 185) (fig. 11). En los bloques C5 a C6 se lee:

(C5) uTZAKkabuji (C6) utoka upakala,
utz’akb’u[u]j uto[ˀ]k’ ¹⁰ upakal,
‘ha puesto en orden el escudo, el pedernal’.

Figura 11. Ejemplo de toˀk’-pakal en las inscripciones. Dintel 45, Yaxchilán (ilustración modificada por Ian Graham, © President and Fellows of Harvard College, 2004.15.6.6.16, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Cambridge, Estados Unidos). Figure 11. Example of toˀk’-pakal in the inscriptions. Lintel 45, Yaxchilán (illustration modified by Ian Graham, © President and Fellows of Harvard College, 2004.15.6.6.16, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Cambridge, United States).

Como refuerzo del texto, en la imagen del dintel se pueden apreciar los elementos que conforman el difrasismo: el pedernal, ilustrado en la punta de la lanza, y el escudo flexible que porta el personaje. Solo se conocen tres ejemplos en los que surge este difrasismo en expresiones iconográficas, todos ellos en Palenque. Se trata de los mencionados en relación con las señoras de Uxh Teˀ K’uh y K’ihnich Kan B’ahlam.

Como se ha expuesto, las representaciones en las que se distinguen Ix Tz’akb’u e Ix Kinuuw Mat son escenas de traspaso de poder que responden a un esquema compositivo muy semejante, hasta el punto de que el propio difrasismo también se expresa de un modo muy parecido y mucho más elaborado que los jeroglíficos estándar reconocidos en los textos. Linda Schele (1979: 8) propuso que se trataba de un pedernal excéntrico deificado, acompañado de un escudo (fig. 12).

Figura 12. Detalles del toˀk’-pakal, Palenque: a) Tablero de El Palacio; b) Tablero de los Esclavos (ilustraciones de Linda Schele, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, Estados Unidos). Figure 12. Details of toˀk’-pakal, Palenque: a) Tablet in the Palace; b) Tablet of the Slaves (Illustrations by Linda Schele, Schele Drawing Collection, Los Angeles County Museum of Art, United States).

Si bien en el Tablero de los Esclavos el difrasismo descansa sobre las manos de Ix Kinuuw Mat, en el caso del Tablero de El Palacio es contenido en un plato de cerámica, del que cuelgan unas telas que podrían haberlo envuelto. Por su parte, en el Tablero del Templo del Sol, cuando K’ihnich Kan B’ahlam ii sostiene el mismo difrasismo, presenta el pedernal con la forma del cuerpo completo de un dios sujetando el escudo entre sus piernas. Este se sienta sobre un trono en miniatura que, si bien no se corresponde con el cuenco de cerámica que carga su madre en el Tablero del Palacio, recuerda al que lleva la señora de Xupá (fig. 9) y, posiblemente, también la mujer en el Fragmento de la Bodega de Palenque (fig. 7).¹¹ Tal tipo de tronos, aunque de mayor formato, son comunes en otras representaciones y se conocen como “tronos de hueso”. Ejemplos de ello se pueden ver en la cara frontal del altar U de Copán, en la vasija K5847 (Kerr s.f.), y en el propio Tablero del Palacio de Palenque (Stone & Zender 2011: 94). Estos detalles refuerzan la hipótesis sobre la relación entre este elemento y el linaje de Uxh Teˀ K’uh.

Ahora bien, cabe señalar que todas las imágenes analizadas son posteriores al fallecimiento de estas mujeres, puesto que datan de las primeras décadas del siglo viii ec. Esto, unido al hecho de que se trata de figuras de la élite, nos obliga a considerarlas como construcciones canónicas e idealizadas que responden a las necesidades de las personas gobernantes, por lo que es difícil saber el nivel de correspondencia que tuvieron con la realidad que vivieron ellas.

REFLEXIONES FINALES

Los aspectos analizados a lo largo de este artículo suscitan algunas cuestiones no resueltas que abordamos a continuación para invitar a la reflexión.

El toˀk’-pakal como objeto físico, más allá de su representación

La primera cuestión que se puede plantear es si el toˀk’-pakal fue una pieza tangible, es decir, si existió una figura tallada que exhibiese ambos elementos, o si, por el contrario, era una conceptualización del poder militar. A diferencia del tocado de tambor mayor, que pudo existir como objeto físico, los glifos son más dudosos pues se trata de conceptos. Respecto a su presencia en la iconografía, Karen Bassie-Sweet (2019 Ms.: 14) sugiere que fueron elementos reales heredados de antepasados particulares. Sin embargo, también sostiene que su argumentación es circunstancial. Ciertamente, no hay evidencias físicas de su existencia en el ámbito arqueológico. Desde nuestro punto de vista, de haber sido el toˀk’-pakal tangible, la figuración de la idea de “ejército” o “fuerza militar” se podría haber mostrado a través de elementos propios del guerrero, como el escudo o la lanza, tal y como vemos, por ejemplo, en el Dintel 26 de Yaxchilán. No obstante, se opta conscientemente por una expresión más sutil del concepto, pues tampoco K’ihnich Kan B’ahlam ii lleva las armas. Así, concluimos que la idea no era vestir al mandatario con esos elementos, sino transferirle el poder que encierra este difrasismo, es decir, la fuerza militar. Por lo tanto, no tuvo que existir necesariamente como objeto físico, al contrario de los tocados o los cetros.

La contraparte femenina de la corte palencana a través de las imágenes

Generalmente, las investigaciones ponen atención en el hecho de que los hijos de estas mujeres ascendieron al trono de Palenque. Sin embargo, nos parece fundamental relevar que, para que eso ocurriera, ellas, herederas del linaje de Uhx Teˀ K’uh, se convirtieron primero en la contraparte femenina en el gobierno de la ciudad. Las similitudes que comparten con las de otras consortes reales apuntan a que desempeñaron roles parecidos, participando en la vida ritual y política.

El hecho de ser retratadas con los mismos atributos de poder que sus predecesoras demuestra que ser extranjeras no les impidió adquirir su mismo estatus y transformarse en figuras imprescindibles para el devenir de la ciudad. Para probarlo, nos hemos basado en la información proporcionada por sus hijos a través de las imágenes. Ellos no las destacaron como asistentes, sino como testigos indispensables para legitimar su gobierno, por lo que la clave para entender su trascendencia podría hallarse en sus imágenes, y más concretamente en los objetos que ofrendan en estas.

Tal vez, al no ser descendientes directas del linaje palencano, ellas no sujetan el tocado de tambor mayor o el cetro, aunque sí el mencionado toˀk’-pakal y la estatuilla de K’awiil. Ya hemos afirmado que el toˀk’-pakal podría estar asociado con el poder de controlar las fuerzas militares terrenales, mientras que la figura de K’awiil otorgaba la capacidad para controlar las fuerzas sobrenaturales. Por consiguiente, podríamos sugerir que a través de los elementos que ellas entregan a sus hijos, estos iban a ser capaces de mantener el poder que les correspondía como descendientes de la dinastía real de Palenque, tal como manifiesta la presencia de la figura paterna. No obstante, que no podrían atesorarlo y expandirlo si no fuera por la participación de otras fuerzas aliadas, como las que en este caso les llegaban por vía materna, cuestión que ya han destacado estudios previos sobre las dinámicas relacionales entre las diferentes casas gobernantes del período Clásico (Gillespie 2000: 476).

En este sentido, Schele (1979: 8) consideró que K’ihnich Kan B’ahlam fungió como alimentador de los dioses cuando se representó con el traje de red en el Templo de la Cruz Foliada. Un edificio dedicado a la fecundación de la tierra y el renacer de la vida (Rivera 2011: 251). Así, como afirma Matthew Looper (2002: 181), “Maya rulers may have seen themselves as analogous to the corn plant, alternately able to fertilize and give birth”.¹² Una capacidad que, de acuerdo con las creencias mayas, tiene sentido que les fuera concedida por vía materna. Esto era algo que ya había sugerido Rosemary Joyce (2000: 83) hace más de una década, refiriéndose precisamente al caso de Ix Sak K’uk’, y que se reafirma con los resultados del análisis iconográfico de esta investigación.

Además, la trascendencia de dichas mujeres no solo es palpable en el arte, sino que también los textos concuerdan con esta idea. No podemos obviar que, según las inscripciones, Ix Tz’akb’u Ajaw está encarnando a la diosa Lunar en la escena del Templo xiv (Schele & Miller 1992: 272), y en una jamba del Templo xviii se equipara a Ix Kinuuw Mat con la divinidad progenitora de la tríada de Palenque (Bernal 2005: 82; Polyukhovych et al. 2024 Ms.). Se trataría de dos eventos sacros ligados a la cosmovisión local, pero protagonizados por mujeres de Uhx Teˀ K’uh. Por último, en lo que respecta al mencionado traspaso de la fuerza militar en el plano terrenal, dedicamos un último apartado a reflexionar sobre esta posibilidad, repasando el vínculo entre ambos sitios.

La relevancia de Uhx Teˀ K’uh para Palenque

La presencia en la corte palencana de Ix Tz’akb’u Ajaw e Ix Kinuuw Mat, entre otros dignatarios, manifiesta que la conexión entre estas urbes debió ser significativa. Ya sea porque Uhx Teˀ K’uh sirvió como bastión militar (Bernal 2005), punto de aprovisionamiento de materiales preciosos (González 2011: 206-211) o por su situación geoestratégica (Sekacheva 2020). En todo caso, es indiscutible que la participación de la ciudad en el período que abarca esta investigación es sumamente relevante. El estatus que alcanzaron estas mujeres, expresado en sus efigies, así como las continuas menciones a Uxh Teˀ K’uh’ en los textos del sitio, indican que Palenque nunca ocultó este vínculo, al contrario, le otorgó un valor que no poseen sus aliados, y que se remonta a mediados del siglo vi ec.

Esto permite proponer que la casa de Uhx Teˀ K’uh pudo haber tenido más importancia, al menos a nivel estratégico, de lo que hasta ahora se ha pensado, por lo que nos sumamos a las teorías que sostienen que no fue un mero sitio secundario subordinado. Aunque la urbe hubiera necesitado, por ejemplo, protección frente a sus enemigos, parece verosímil pensar que Palenque no se la habría brindado a cambio de nada, así como todas las demás prerrogativas que le concedió. En este sentido, a las hipótesis previas añadimos la posibilidad de que esta ciudad aportase su fuerza militar a la causa palencana en momentos de crisis, y que esto quedó manifiesto en las imágenes del toˀk’-pakal que entregan las matriarcas.

Si bien Uhx Teˀ K’uh’ perdió muchas batallas (Sekacheva 2020: 114), también Palenque vivió momentos en los que su poder se vio debilitado (Grube et al. 2002: 45), por lo que la alianza entre ambos lugares pudo estar más equilibrada de lo que hasta ahora se había pensado, o al menos el primero pudo jugar un papel decisivo en algunos momentos durante este período histórico, tal y como advierte Sekacheva (2020: 117). Además, en investigaciones previas (Marken & Straight 2006: 283) se advierte la necesidad de considerar otros modelos a la hora de explicar las relaciones entre los antiguos asentamientos mayas, y se sugiere la posible existencia de una forma de interacción política entre iguales durante el período Clásico Tardío (600-900 ec), que podría ser aplicado a Palenque.

En definitiva, somos conscientes de que algunas de las cuestiones expresadas a lo largo de este trabajo son de una complejidad difícil de tratar en estas páginas, y que están asociadas a debates todavía abiertos en el seno de la comunidad mayista. No obstante, nos parece fundamental traerlas a la discusión en tanto que permiten proponer nuevas respuestas a viejos interrogantes, e invitar a los investigadores a cuestionar relatos que se han dado por sentados. De este modo, el intercambio puede enriquecerse cuando se aborda desde otras disciplinas, como en este caso, la historia del arte, y cuando se integran otras perspectivas, como la de género, que ya ha demostrado ser fundamental si aspiramos a una comprensión más integral del pasado. Y es que, en palabras de David Graeber y David Wengrow (2022: 41-42):

Cuando hacemos simples suposiciones acerca de lo que otros seres humanos de tiempos y lugares alejados hacían, de un modo generalizado hacemos suposiciones mucho menos interesantes y mucho más monótonas (en definitiva, mucho menos humanas) que lo que probablemente estaba sucediendo.

Agradecimientos a Eugenia Gutiérrez, Daria Sekacheva y Gabriela Rivera por sus sugerencias y los materiales facilitados, y especialmente a Rosemary Joyce y Ángel Sánchez, así como a los evaluadores y editores del Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, por la atenta revisión del texto y sus comentarios. Asimismo, agradecemos al equipo del Proyecto de Conservación y Documentación en Palenque de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del inah, por proporcionarnos la fotografía del fragmento de lápida. Dado que este trabajo deriva de los resultados de nuestras tesis doctorales, nos gustaría agradecer también a Cristina Vidal, Erik Velásquez y José Luis de Rojas por haber guiado los primeros pasos de esta investigación. Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo financiero del Vicerrectorado de Investigación de la Universitat de València, a través del Programa de Ayudas para la formación de personal investigador de carácter predoctoral, en el marco del Programa Atracción de Talento, así como del Ministerio de Universidades de España, mediante la Ayuda postdoctoral “Margarita Salas” para la formación de jóvenes doctores y de la Conselleria d’Innovació, Universitats, Ciència i Societat Digital de la Generalitat Valenciana, junto al Fons Social Europeo, a través de la Ayuda posdoctoral ciapos/2022/056. Una versión preliminar de esta investigación fue presentada en el xii Congreso Internacional de Mayistas, celebrado en Ciudad de México del 26 al 30 de junio de 2023, bajo el título “La fuerza militar de las princesas de Uhx Teˀ K’uh”.

REFERENCIAS

Bassie-Sweet, K. 2019 Ms. Heirloom Objects: The Tok’-Pakal of Palenque.

Bernal, G. 2001. El señorío de Palenque durante la Era de K’inich Janaahb’ Pakal y K’inich Kan B’ahlam (615-702 dc). Tesis de Doctorado en Estudios Mesoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, México df.

Bernal, G. 2004. K’inich Janaahb’ Pakal, figura de culto de la dinastía de Palenque. La extinción de la flor blanca, entrar al camino. Arqueología Mexicana 16: 18-21.

Bernal, G. 2005. El linaje de Ox Te’ K’uh, una localidad provincial de Palenque. Comentarios sobre la identidad histórica de las señoras Tz’ak-b’u Ajaw y Kinuuw Mat. Mayab, Sociedad Española de Estudios Mayas 18: 77-87.

Botzet, M. 2022. Palenque’s Alliances with Tortuguero and Uxte’ K’uh: The Role of Interdynastic Marriages and Alliances in Late Classic Power Struggles and Local Conflicts. Notas de Antropología de las Américas 1: 186-220.