Rituales mayas asociados al paso del hotún en Quiriguá
Maya Rituals Associated to the Passage of Hotun in Quirigua
En los monumentos que el señor K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat dedicó durante su gobierno en la ciudad de Quiriguá (725-785 dc), en la actual Guatemala, dejó constancia de todos los finales de período hotún comprendidos en esos años. En esta investigación se analizan las fechas, identificando la existencia de un patrón ritual direccional en las estelas F, D, E, C, A y en el Zoomorfo B, en vista de que la orientación de sus bloques jeroglíficos corresponde directamente con información calendárica relacionada con los dioses G9 (mirando al este) y G7 (apuntando al oeste). Además, se exploran los 17 hotunes registrados ininterrumpidamente en Quiriguá entre el 9.15.0.0.0 (731 dc) y el 9.19.0.0.0 (810 dc), no solo por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat, sino por sus dos sucesores, y se propone una posible asociación entre el culto a la Diosa Lunar, los dioses patronos de las veintenas y el paso de los hotunes, en el contexto de ese mismo patrón ritual direccional.
Palabras clave: Quiriguá, calendarios mayas, rituales mayas, hotunes, Diosa Lunar maya.
INTRODUCCIÓN
Quiriguá es una de las ciudades mayas del período Clásico (250-950 años dc) que posee la mayor cantidad de datos acerca de los finales de período y cuenta con un amplio corpus jeroglífico de estelas, zoomorfos y altares, que presentan fechas en la llamada Cuenta Larga.(1) De las más de 70 que quedaron plasmadas en los textos de Quiriguá, 37 se refieren a días ˀAjaw o finales de período. Es decir, la mitad de los eventos hallados hasta ahora en la ciudad se vinculan específicamente con el paso del tiempo. Algunas referencias a estas prácticas rituales son muy tempranas, como la celebración de cuartos de katún u hotunes en la Estela U (de B-5 a A-7), registradas desde el siglo v dc (9.2.5.0.0, 10 ˀAjaw 8 K’anjalaw, 18 de abril del año 480 dc).(2)
Quiriguá se ubica en el valle del río Motagua, en el actual Guatemala, y fue descubierta para la arqueología moderna en el año 1840, durante una expedición liderada por John Lloyd Stephens (1993 [1841]) (fig. 1).
Figura 1. Ubicación de Quiriguá en la zona del río Motagua, Guatemala. Figure 1. Location of Quirigua in the Motagua River zone, Guatemala.
Gracias a la calidad de los primeros dibujos de Frederick Catherwood publicados en 1841 (Stephens 1993 [1841]), Quiriguá se convirtió en un referente importante de información calendárica maya desde su descubrimiento. Cabe señalar que es una de las pocas ciudades de dicha cultura –junto con Palenque, Copán y Yaxchilán– donde se hallan variantes de cuerpo completo para los cartuchos glíficos de la notación calendárica, algo que sin duda contribuyó a intensificar el atractivo para su estudio. Además, la urbe cuenta con la estela más alta encontrada hasta ahora en esta área cultural, la Estela E, y su Estela C presenta uno de los ejemplos más descriptivos sobre los eventos ocurridos en la notación 13.0.0.0.0, 4 ˀAjaw 8 Kumk’u, 13 de agosto del año 3114 ac, conocida como Fecha Era.(3)
En 1881, Alfred Maudslay (1883, 1886) organizó su primera visita a la ciudad, iniciando sus excavaciones formales en 1883. En 1886 publicó los resultados de las investigaciones realizadas en Quiriguá y en otras ciudades, como Tikal, Copán y la región del río Usumacinta. Unas décadas después, Sylvanus Morley (1938) hizo excavaciones en esa zona, y publicó sus conclusiones en The Inscriptions of Petén.
Este breve recuento de la investigación arqueológica pretende destacar un aspecto fundamental para el análisis de patrones rituales direccionales, como los que se proponen en este trabajo, pues estos no se podrían estudiar en Quiriguá sin los registros tanto de Maudslay (1883, 1886) como de Morley (1938). Ambos dejaron constancia de que la mayoría de los monumentos de la ciudad fueron encontrados in situ, lo que tiene claras implicancias metodológicas para el estudio de la vida ritual, porque sabemos cuál era la posición exacta en que fueron colocadas las obras y, por lo tanto, sus textos. Eso nos ha permitido identificar un patrón ritual direccional a partir de la orientación este-oeste que dieron los mayas a las inscripciones de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en la Plaza Central de este sitio.
A principios de este siglo, Matthew Looper (2003) aportó elementos que resultan claves para analizar la ritualidad y las prácticas religiosas en Quiriguá, en vinculación directa con la colocación de los monumentos del gobernante K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en la Gran Plaza. Este trabajo sigue parte del análisis hecho por Looper (2003) respecto de la posible práctica de ceremonias y rituales dancísticos en correspondencia con la distribución espacial de estelas y zoomorfos, aunque se propone una interpretación distinta. Se parte de la hipótesis de que este mandatario debió tener una motivación de culto a dioses calendáricos cuando decidió colocar sus estelas con la direccionalidad específica que aquí estudiamos. Luego, se presenta una breve discusión acerca de los alcances que pudo tener este patrón direccional en relación con el ciclo agrícola y con rituales para conjurar las tormentas que azotan con frecuencia esta zona.(4)
UN PATRÓN DIRECCIONAL ASOCIADO A LOS SEÑORES DE LA NOCHE G9 Y G7
El gobernante K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat fue uno de los señores más importantes en la historia de Quiriguá. Rigió entre los años 725 y 785 dc y se le conoce por haber derrotado al mandatario Waxaklajuˀn-ˀUbaah-K’awiil de Copán. Durante su gobierno en Quiriguá fueron erigidos 11 monumentos, de los cuales ocho se colocaron en la Gran Plaza del Grupo Principal (Looper 2003: 81-87). Cronológicamente, son las estelas H, J, F, D, E, A y C, además del Zoomorfo B. En un trabajo anterior (Gutiérrez 2019: 57-65), hemos explorado los textos de seis de estas 11 obras de la Gran Plaza, cuya lectura epigráfica nos ha permitido identificar un patrón asociado a los puntos cardinales: estelas F, D, E, C, A y Zoomorfo B (fig. 2).(5)
Figura 2. Disposición de los seis monumentos estudiados en la Gran Plaza de Quiriguá, Plataforma 1 A-1 (modificada desde Martin y Grube [2008: 214]). Figure 2. Placement of the seven monuments studied in the Great Plaza of Quirigua Platform 1 A-1 (modified from Martin and Grube [2008: 214]).
El patrón es observable en fechas calendáricas y ofrece elementos para estudiar rituales de culto al dios G9 (vinculado con el rumbo este) y al dios G7 (con el oeste). Lo que pudimos encontrar fue un posicionamiento direccional de dichos monumentos como un esquema calendárico, donde el dios patrono o la diosa patrona que regían las veintenas (o los meses mayas) tienen una asociación directa con las deidades conocidas G9 y G7 del grupo de los nueve Señores de la Noche. Esto nos llevó a proponer que el momento, el lugar y la orientación con que fueron colocados los monumentos en la Gran Plaza de Quiriguá, específicamente estos seis monumentos dedicados por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat, tienen una relación con los movimientos del Sol y de la Luna.
A principios del siglo xx, Eric Thompson (1960) identificó nueve figuras en notaciones calendáricas mayas y las llamó Señores de la Noche, en alusión a deidades que habían sido estudiadas en el centro de México. Estas nueve divinidades se relacionan con fechas específicas en la Cuenta Larga (Montgomery 2002: 89-90). En ese tiempo se vivía un apogeo en el desciframiento de todos los elementos variables que constituyen la Serie Inicial (Morley 1935).(6) Desde entonces, y aunque no hagan referencia alguna a la noche, se les conoce con ese nombre y se les enlista como G1, G2, G3, G4, G5, G6, G7, G8 y G9.(7) Forman un ciclo de nueve días y están relacionados con el Glifo F o tiˀ hun/tiˀ huun.(8) Aunque es el Señor de la Noche G9 el que más frecuentemente se halla ligado al Glifo F, los nueve Señores de la Noche pueden estar asociados con él, dentro de un mismo cartucho jeroglífico (Montgomery 2002: 90).
De tales deidades, en este trabajo nos hemos concentrado en los dioses G9 y G7, porque son precisamente los que se vinculan de manera recurrente con las fechas registradas en los seis monumentos estudiados (figs. 3 y 4).(9)
Figura 3. Ejemplos de la deidad G9: a) Estela 63, B9, Copán; b) Estela I, D2, Copán; c) Templo 11, Puerta N, jamba oeste, C3 (con Glifo F), Copán; d) Estela 5, M1, Dos Pilas; e) EJ 1, Escalón V, J3, Naranjo; f) Estela E este, D5 (con Glifo F), Quiriguá; g) Estela F este; C6 (con Glifo F), Quiriguá; h) Estela 27, D1, Tikal; i) Estela 31, A8, Tikal; j) Dintel 3, B1, Yaxchilán (Gronemeyer 2006: 11, fig. 10). Figure 3. Examples of the deity G9: a) Stele 63, B9, Copan; b) Stela I, D2, Copan; c) Temple 11, Gate N, west Jamba, C3 (with Glyph F), Copan; d) Stele 5, M1, Dos Pilas; e) EJ 1, Esc. V, J3, Naranjo; f) Stele E east, D5 (with Glyph F), Quirigua; g) Stele F east; C6 (with Glyph F), Quirigua; h) Stele 27, D1, Tikal; i) Stele 31, A8, Tikal; j) Lintel 3, B1, Yaxchilan (Gronemeyer 2006: 11, fig. 10).
Figura 4. Ejemplos de la deidad G7: a) Estela 2, A2, Bonampak; b) Estela 5, A5, Copán; c) Tablero de Palenque, A15 (con Glifo F), Palenque; d) Estela 3, B4, Piedras Negras; e) Estela D oeste, A15, Quiriguá; f) Estela E oeste, A6 (con Glifo F), Quiriguá; g) Dintel 29, B4, Yaxchilán (Gronemeyer 2006: 9, fig. 8). Figure 4. Examples of god G7: a) Stela 2, A2, Bonampak; b) Stela 5, A5, Copan; c) Palenque Board, A15 (with Glyph F), Palenque; d) Stela 3, B4, Piedras Negras; e) Stela D west, A15, Quirigua; f) Stela E west, A6 (with Glyph F) Quirigua; g) Lintel 29, B4, Yaxchilan (Gronemeyer 2006: 9, fig. 8).
Los datos analizados en los monumentos donde hemos encontrado ese patrón ritual direccional (Gutiérrez 2019: 57-65) son los siguientes:
Estela F, con fecha de dedicación en 9.16.10.0.0, 1 ˀAjaw 3 Chakat, 13 de marzo del año 761 dc. Presenta al dios patrono de Chakat y al Señor de la Noche G9 mirando hacia el este (fig. 5).
Figura 5. Estela F este, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 125, fig. 5]). Figure 5. Stela F east, Quirigua (modified from Looper [2003: 125, fig. 5]).
La misma Estela F tiene otra fecha de Cuenta Larga que describe la entronización del gobernante de Quiriguá, K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat, en 9.14.13.4.17, 12 Kab’an 5 K’ayab‘, 2 de enero del año 725 dc. En ella vemos a la diosa patrona de K’ayab’ sin escritura explícita del glifo para el Señor de la Noche, que las reglas calendáricas marcan como G7, mirando al oeste (fig. 6).
Posee otra fecha que alude a la decapitación de Waxaklajuˀn-ˀUb’aah-K’awiil (o ‘Dieciocho Imágenes de K’awiil’, señor de Copán) en 9.15.6.14.6, 6 Kimi 4 Kasew, 29 de abril del año 738 dc, sin escritura explícita del glifo para Señor de la Noche, que las reglas calendáricas marcan como G7, también mirando hacia el oeste. Incluye otras dos fechas que describen rituales realizados en 9.15.10.0.0, 3 ˀAjaw 3 Mol, 26 de junio de 741 dc, y 9.15.0.0.0, 4 ˀAjaw 13 Yaxsihom, 18 de agosto del año 731 dc.
Figura 6. Estela F (monumento 6) oeste, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 126, fig. 6]). Figure 6. Stela F (monument 6) west, Quirigua (modified from Looper [2003: 126, fig. 6]).
La misma Estela D muestra otra fecha en Cuenta Larga que describe varios rituales protagonizados por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en 9.16.13.4.17, 8 Kab’an 5 Yaxk’in, 2 de junio del año 764 dc. Vemos al dios patrono de Yaxk’in y al Señor de la Noche G7 mirando hacia el oeste (fig. 8). La deidad G7 se encuentra vinculada al Glifo F (ti’ huun) en los cartuchos A15-B15.(10)
Figura 7. Estela D, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 142, fig. 26]). Figure 7. Stela D, Quirigua (modified from Looper [2003: 142, fig. 26]).
Figura 8. Estela D oeste, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 144, fig. 28]). Figure 8. Stela D west, Quirigua (modified from Looper [2003: 144, fig. 28]).
Estela E, con fecha de dedicación en 13 ˀAjaw 18 Kumk’u, 9.17.0.0.0, 20 de enero del año 771 dc. Se aprecia al dios patrono de Kumk’u y al Señor de la Noche G9 mirando hacia el este (fig. 9). La divinidad G9 se encuentra ligada al Glifo F (tiˀ hun/tiˀ huun) en el cartucho D5.
Figura 9. Estela E este, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 150, fig. 38]). Figure 9. Stela E east, Quirigua (modified from Looper [2003: 150, fig. 38]).
También la Estela E exhibe otra fecha en Cuenta Larga que muestra la entronización del gobernante K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en 12 Kab’an 5 K’ayab‘, 9.14.13.4.17, 2 de enero del año 725 dc. Tal y como ocurre en la Estela F que ya hemos mencionado, aquí también podemos ver a la diosa patrona de K’ayab‘ y al Señor de la Noche G7 mirando hacia el oeste en posición A6, combinado con el Glifo F (fig. 10).
Figura 10. Estela E oeste, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 153, fig. 41]). Figure 10. Stela E west, Quirigua (modified from Looper [2003: 153, fig. 41]).
Estela C, con fecha de dedicación en 13.0.0.0.0, 4 ˀAjaw 8 Kumk’u, 13 de agosto del año 3114 ac. Es la que conocemos como Fecha Era o fecha de creación, momento en que comenzó el baktún 13. Vemos al dios patrono de Kumk’u, sin escritura explícita del glifo para Señor de la Noche, que las reglas calendáricas marcan como G9, orientado hacia el este. No se trata de un texto independiente, pues tiene su continuación en la Estela A (Gutiérrez 2014: 161-178) e incluso podría extenderse hasta el Zoomorfo B (Looper 2003: 158) (fig. 11).
Figura 11. Estela C este, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 159, fig. 1]). Figure 11. Stela C east, Quirigua (modified from Looper [2003: 159, fig. 1]).
La Estela C tiene otra fecha (tal vez mítica) que es 6 ˀAjaw 13 Yaxk’in, 9.1.0.0.0, 27 de agosto del año 455 dc. Vemos al dios patrono de Yaxk’in, sin escritura explícita del glifo para Señor de la Noche, que las reglas calendáricas marcan como G9, mirando hacia el oeste. Sin embargo, al ser una narrativa concatenada, quizás hasta el Zoomorfo B, se cumple el patrón ritual direccional.
Estela A, con fecha de dedicación en 9.17.5.0.0, 6 ˀAjaw 13 K’ayab‘, 25 de diciembre del año 775 dc. Se observa a la diosa patrona de K’ayab‘ y Señor de la Noche G9, en este caso vinculado al Glifo F (cartucho B6), dirigido hacia el este (fig. 12).
Figura 12. Estela A este, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 167, fig. 15]). Figure 12. Stela A east, Quirigua (modified from Looper [2003: 167, fig. 15]).
Por último, podemos observar el patrón ritual direccional en el Zoomorfo B con fecha 9.17.10.0.0, 12 ˀAjaw 8 Pax, 28 de noviembre del año 780 dc. Se distingue al dios patrono de Pax y al Señor de la Noche G9, en este caso vinculado al Glifo F (cartucho 7), mirando al este (fig. 13). Es el último monumento erigido en la Gran Plaza durante el gobierno de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat.
Figura 13. Zoomorfo B, Quiriguá (modificada desde Looper [2003: 175, fig. 29]). Figure 13. Zoomorph B, Quirigua (modified from Looper [2003: 175, fig. 29]).
El análisis de estos datos epigráficos nos permite proponer que existe un patrón ritual que tiene como protagonistas a los dioses G9 y G7, asociándolos, respectivamente, al este y al oeste. Además, ambos se vinculan con deidades patronas de las veintenas y con la Diosa Lunar en un complejo sistema de observación celeste que va dando forma y sentido a los textos, aunque en las estelas C y D no veamos a esta divinidad como patrona dentro del Glifo Introductor de la Serie Inicial (en adelante, gisi).
Matthew Looper (2003) ha estudiado la importancia ritual que pudo tener durante el siglo viii dc la Gran Plaza de Quiriguá. En una investigación sobre la distribución espacial de los monumentos que fueron dedicados en tiempos de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en la plataforma 1 A-1, el autor señala que podrían haberse realizado diversas ceremonias rituales, procesiones y danzas en ella, ubicada en la parte norte de la Gran Plaza (fig. 2) (Looper 2003: 178-185). Lo que propone Looper (2003: 182-183) es el trazo de una ruta posible que habrían seguido los habitantes de Quiriguá entre los monumentos: en ceremonias de baile ritual los danzantes pasarían cerca de la Estela D, las estelas pareadas C y A, el Zoomorfo B y finalmente, por las estelas pareadas F y E. En el análisis que hicimos sobre el patrón direccional de las estelas dedicadas por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat (Gutiérrez 2019: 57-65) hemos retomado lo medular de esa relación entre ritua-les de danza y acomodo espacial de monumentos que ha descrito Looper, aunque también nos hemos basado en datos encontrados en las fechas de los eventos que se narran, por las razones que veremos a continuación.
La estructura básica de la llamada Cuenta Larga maya hace que todos los finales de período que tienen un valor cero, tanto para el numeral del k’in como para el del winal (es decir, necesariamente con terminación en doble cero), sean fechas ˀAjaw en el tzolk’in.(11) Por ello, todas las dataciones ˀAjaw con doble cero coinciden, invariablemente, con el Señor de la Noche G9, pues las reglas calendáricas así lo determinan. El dios G9 puede vincularse con otras terminaciones que van del 1 al 19, pero siempre que en la Cuenta Larga haya una coincidencia de cero para k’in y cero para winal, el día será ˀAjaw y el Señor de la Noche será G9. Lo que llamó nuestra atención en Quiriguá es que todas esas fechas ˀAjaw ligadas con esta divinidad que narran eventos históricos estén dirigidas hacia el este, esto es, el rumbo de la salida o el nacimiento del Sol y de la Luna (este).
Por otra parte, al analizar las estelas en su lado oeste notamos que las cinco que fueron dedicadas por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en la Gran Plaza (F, D, E, C y A) describen rituales efectuados por este gobernante en fechas conectadas directamente con el Señor de la Noche G7 –ya sea que se encuentre explícito su cartucho glífico o que las reglas calendáricas lo marquen como la deidad asociada–. Estos ritos quedaron registrados en los monumentos que se dirigen al punto cardinal por donde se ocultan el Sol y la Luna (oeste), sin hacer referencia a ninguna fase lunar específica con su posible simbolismo ligado, que sería materia para otra investigación.(12) Aquí ocurre lo mismo que hemos señalado para los textos que miran hacia el este, asociados a G9. Es decir, todas las fechas orientadas hacia este punto son, o bien la estricta conmemoración del paso del tiempo o bien algo ocurrido en una fecha mítica, en este caso correlacionada con el calendario cristiano (que puede ser una fecha vinculada con el Señor de la Noche G7, pero sin que aparezcan en la inscripción los datos glíficos), mientras que no se registra ningún otro evento histórico en esa dirección.
Los hechos históricos que se describen son la entronización de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat y la decapitación del gobernante de Copán, Waxaklajuˀn-ˀUb’aah-K’awiil, narrados recurrentemente en Quiriguá. Ambos eventos sucedieron en una fecha relativa al Señor de la Noche G7 y son expuestos en el lado oeste de las estelas que los consignan.(13) El dios G7 puede ligarse con fechas que presentan numerales diversos. Eso es precisamente lo que ocurre en las estelas dedicadas por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat que hemos analizado aquí: la entronización de este gobernante en 9.14.13.4.17, 12 Kab’an 5 K’ayab‘, 2 de enero del año 725 dc, y la decapitación de Waxaklajuˀn-ˀUb’aah-K’awiil de Copán en 9.15.6.14.6, 6 Kimi 4 Kasew, 29 de abril del año 738 dc, así como varios rituales hechos por K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat en 9.16.13.4.17, 8 Kab’an 5 Yaxk’in, 2 de junio del año 764 dc, con el dios patrono de Yaxk’in y Señor de la Noche G7, mirando al oeste.
De acuerdo con los datos presentados, se sugiere que los habitantes de Quiriguá no solo consignaron eventos en fechas precisas referidas a G9 y G7, sino que también los documentaron en rumbos concretos vinculados a esas dos deidades. No tenemos información que nos permita dilucidar con mayor exactitud cuál habría sido el motivo que llevó a los habitantes de esta ciudad a relacionar al dios G9 con el este y al dios G7 con el oeste, pues no existe ningún otro estudio sobre el tema. Pensamos que estas decisiones no fueron aleatorias, más bien respondieron a un patrón ritual.(14)
RITUALES ASOCIADOS AL PASO DE 17 HOTUNES EN QUIRIGUÁ
Desde la primera inscripción datada a mediados del siglo v dc, hasta la última de principios del siglo ix dc, las de Quiriguá tuvieron un registro riguroso de los finales de período de cinco tunes u hotún (1800 días). Entre los años 731 y 810 dc se observa la dedicación ininterrumpida de monumentos para conmemorar 17 hotunes. Por ello, esta ciudad ofrece la posibilidad de investigar la práctica ritual de dedicación de inscripciones cada cinco tunes para el lapso comprendido entre el 9.15.0.0.0 (731 dc) y el 9.19.0.0.0 (810 dc).(15)
El culto a los dioses patronos de las veintenas puede estudiarse en Quiriguá si se analizan esos monumentos que documentan 17 finales de período de cinco tunes u hotún de manera continua: estelas S, H, J, F, D, E, C, A, I y K; zoomorfos B, G, O y P; altares O’ y P’; y los textos de la estructura 1 B-1 (textos del Escalón Jeroglífico y de la Cornisa). Estos dioses patronos varían de acuerdo a cada uno de los 18 meses (veintenas) del haab’ y, literalmente, “descansan” o se posan sobre el signo principal del gisi. Fue Herman Beyer quien los identificó a partir de los trabajos de Charles Bowditch, que sugerían la existencia de una conexión entre los meses del haab’ y algunos elementos glíficos variables de la Serie Inicial (Morley 1938: 104).
En publicaciones previas (Gutiérrez 2008, 2014) hemos señalado que estas 17 celebraciones ininterrumpidas permiten dilucidar una conexión, en un ritmo progresivo inverso, entre el transcurso de los días de la Serie Lunar y el paso del katún (7200 días).(16) En un marco temporal tan amplio, la relación se hace evidente en una variación constante de los días de la Serie Lunar, ya que estos descienden tal y como lo hacen los numerales del tzolk’in (o cuenta de 260 días) al paso de los katunes en la llamada Cuenta Larga.(17) En investigaciones sobre calendárica maya se ha notado una correspondencia directa entre el avance de los numerales en la Cuenta Larga y el descenso constante de los del tzolk’in en la Rueda Calendárica.(18) En los siguientes ejemplos de algunos finales de katún seriados, nótese cómo ascienden los numerales en el período katún (4, 5, 6, 7, 8, 9, 10) mientras descienden los del tzolk’in (13, 11, 9, 7, 5, 3, 1) en la Rueda Calendárica (en negrita los numerales destacados):
9.4.0.0.0 13 ˀAjaw 18 Yaxsihom
9.5.0.0.0 11 ˀAjaw 18 Kasew
9.6.0.0.0 9 ˀAjaw 3 Wayeb’
9.7.0.0.0 7 ˀAjaw 3 Kank’in
9.8.0.0.0 5 ˀAjaw 3 ˀIk’sihom
9.9.0.0.0 3 ˀAjaw 3 Sotz‘
9.10.0.0.0 1 ˀAjaw 8 K’ayab‘
En este trabajo partimos de esa correspondencia para estudiarla en las celebraciones hotúnicas del período Clásico maya, pues advertimos una relación directa entre el paso de los días de la Serie Lunar, las deidades patronas de las veintenas y el paso del katún (período que contiene cuatro hotunes). Esta relación se distingue porque las lunaciones poseen un ritmo descendente en los glifos E y D –que refieren a esa Serie Lunar y que marcan el número de días que tuvo una lunación–, mientras que el katún adquiere un ritmo ascendente. Cada vez que el katún “gana” cinco tunes (constituyendo un hotún), la Luna “pierde” 1,4 días aproximadamente, pues no hay coincidencia plena entre la duración de los tunes y los años y, por lo tanto, de los katunes y los períodos de 20 años. En otras palabras, cada vez que transcurre o avanza un hotún o período de cinco tunes, la Serie Lunar presenta aproximadamente 1,4 días menos que los que tuvo en la lunación del hotún anterior, como si ella “caminara” en sentido contrario en una relación inversamente proporcional (Gutiérrez 2008, 2014).
Si consideramos esa cadencia o conexión a nivel del katún o período de 20 tunes, veremos que la disminución constante en la Serie Lunar es de aproximadamente 5,5 días con respecto al katún previo (cerca de 1,4 días en referencia al hotún anterior). Sabemos que los mayas del período Clásico nunca utilizaron fracciones, por lo que esta disminución rítmica de la Luna debió contabilizarse en números redondos como una “pérdida” de más de cinco días. Y si bien existen pocos indicios para formular propuestas sobre los elementos que dieron origen a los distintos sistemas calendáricos mayas, nos parece importante señalar que, en esos más de cinco días que “pierde” la Luna cada vez que avanza un katún, podría encontrarse una explicación para el origen de la cuenta de los 360 días que constituyen el tun; esa cuenta aún enigmática de 360 días, o año “incompleto”, que fue utilizada por los pueblos mayas a lo largo del período Clásico y que, aparentemente, no refleja ningún fenómeno visible en la naturaleza.
Esa relación entre la Serie Lunar y la Cuenta Larga es fácilmente reconocible en los 17 finales de hotún continuos que celebraron los tres últimos gobernantes de Quiriguá, a saber, K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat y sus dos sucesores, Chan-Tiliw-Yopaat (también llamado Cielo de Xul) y K’ahk’-Jol-Chan-Yopaat (denominado Cielo de Jade). Para representar mejor esa relación directa entre ambas cuentas (una lunar y la otra solar) elaboramos un cuadro comparativo que resalta la variación descendente de los días lunares en sentido inverso a la ascendente de los hotunes en los 17 registros de Quiriguá. En este puede observarse la forma en que la Serie Lunar “pierde” días al tiempo que la cuenta solar avanza (tabla 1).
Tabla 1. Cuadro comparativo que resalta la variación descendente de los días lunares en sentido inverso a la variación ascendente de los hotunes en los 17 registros de Quiriguá. Nótese que la Luna no es visible –cero días– en la Estela E, 9.17.0.0.0, ubicada exactamente en el centro de la cuenta del paso de 17 hotunes (en gris oscuro), y los primeros hotunes de cada período (en amarillo; mon.=monumento). Table 1. Comparative table showing how the diminishing variation in lunar days relates inversely to the ascending variation among the 17 hotuns registered in Quiriguá. Note the moon is not visible –zero days– from Stela E (9.17.0.0.0), situated precisely at the center of the record of the passage of 17 hotuns (in dark grey), and the first hotuns for each katun period (in yellow; mon.=monument).
Otro aspecto que resulta interesante para el estudio de los rituales hotúnicos es la forma ordenada, pero también inversa, en que aparecen los dioses patrones de las veintenas (tabla 2). Nos interesa destacar que, al invertir el orden de análisis de estas 17 celebraciones, es posible reconocer a las deidades patronas de las veintenas en el gisi, como si estuviésemos llevando una cuenta del haab’ (o calendario solar de 365 días) de manera ordenada: K’anjalaw, ˀIk’at, Chakat, Sotz’ Kasew, Xul, Yaxk’in, etcétera, pero en sentido contrario.(19) Llama la atención, sin embargo, que en esta cuenta inversa del haab’ o calendario solar se omiten algunos dioses patronos con una regularidad evidente.
En el caso de estas 17 celebraciones de Quiriguá, si comenzamos la cuenta por Mol (9.19.0.0.0) para llegar a Yaxsihom (9.15.0.0.0) podremos notar la ausencia de ˀIk’sihom, Kank’in, ˀIk’at y Yaxk’in. Para entender el patrón de registro calendárico al que responden estas festividades hotúnicas se puede ampliar el marco temporal. Esto nos permite observar un esquema cíclico de ausencias de estas deidades patronas, como se muestra en la tabla 2.
Tabla 2. Cuadro comparativo con temporalidad ampliada para observar la conexión entre la cuenta solar y los hotunes en una relación inversa con respecto al avance de los dioses patronos. Se destacan las 17 celebraciones hotúnicas (en gris oscuro) y los hotunes que conectan a dioses patronos con un mismo numeral (en amarillo). Table 2. Comparison table showing a broader timeframe to highlight how the solar record and hotuns relate inversely to the advance of the patron gods. Note the 17 hotun celebrations (in dark grey) and the hotuns connecting the patron gods to a single numeral (in yellow).
En el período Clásico maya, los dioses patronos de las veintenas (con la cuenta del haab‘ invertida) destacan al marcar el paso del hotún. En la tabla 2 se han resaltado (en gris oscuro) los 17 hotunes que registra Quiriguá entre el 9.15.0.0.0 y el 9.19.0.0.0 (en sentido inverso). Nótese cómo se ausentan algunos patronos al paso del katún o período de 20 tunes. Igualmente, se aprecia que al llevar la cuenta de hotunes o períodos de cinco años, se evidencia el acomodo de los patronos del haab‘ en sentido inverso, tal y como ocurre con el camino que sigue la cuenta de la Luna o Serie Lunar. Este análisis de fechas de finales de período sugiere que los habitantes de Quiriguá diseñaron el acomodo de sus monumentos en concordancia con una práctica ritual de culto a los dioses patronos de las veintenas.
Por último, abordaremos algunos de los patrones rituales relativos al paso de los hotunes en Quiriguá en vinculación con la Diosa Lunar.
LA DIOSA LUNAR EN UN PATRÓN DIRECCIONAL EN LAS ESTELAS DE K’AHK’-TILIW-CHAN-YOPAAT
Las cinco estelas estudiadas anteriormente (F, D, E, C y A) exhiben fechas en un mes K’ayab’ que tiene como patrona a la Diosa Lunar, aunque debemos recordar que en las estelas C y D no necesariamente la vemos en el gisi. En ambos monumentos, las fechas asociadas a K’ayab’ se consignan como parte de la narrativa (Gutiérrez 2019: 57-65) (fig. 14).
Figura 14. La Luna como diosa patrona de K’ayab’ en el gisi de algunos monumentos de Quiriguá: a) Estela F oeste; b) Estela E oeste; c) Estela A este (Looper 2003: 126, fig. 6; 153, fig. 41; 167, fig. 15). Figure 14. The Moon as patron goddess of K’ayab’ in the isig (Initial Series Introductory Glyph) of some monuments at Quirigua: a) Stela F west; b) Stela E west; c) Stela A east (Looper 2003: 126, fig. 6; 153, fig. 41; 167, fig. 15).
Esto no ocurre en el Zoomorfo B, sino solo en las cinco estelas antes referidas. Se puede apreciar que, tanto en la Estela F como en la Estela E, que son monumentos pareados, la Diosa Lunar es visible como patrona dentro del signo principal del gisi en una fecha ligada a la deidad G7 y mirando al oeste. Tanto la Estela C como la Estela A, que son monumentos pareados, presentan la misma fecha de dedicación (9.17.5.0.0, 6 ˀAjaw 13 K’ayab’, 25 de diciembre del año 775 ac) con la Diosa Lunar visible como patrona y en una fecha ligada a la divinidad G9 orientada al este.
Hemos señalado ya que la colocación de las fechas relacionadas a G9 y G7 en estos seis monumentos de Quiriguá no es fortuita, sino que responde a un propósito claro de asociar los eventos narrados con determinados puntos cardinales. Esto nos lleva a proponer que los dioses patronos en el gisi deben responder también a una ritualidad que no se ha estudiado aún a cabalidad y en la que estas divinidades calendáricas cumplen una función. Hemos dicho también que Looper (2003) detectó una intencionalidad ritual en el programa constructivo de Quiriguá, regido por el paso de los hotunes. El patrón direccional que hemos explicado aquí podría estar ligado con esos vínculos que ha encontrado dicho autor entre los puntos cardinales y la manera en que los monumentos de esa ciudad describen eventos de decapitación, fórmulas para atraer la lluvia, referencias a deidades de la lluvia y fechas de paso del cenit (Looper 2003: 181). De hecho, nos parece bien justificada la sugerencia de Sven Gronemeyer (2006) en su interpretación acerca de los dioses calendáricos G9 y Glifo F, donde apunta que ambos podrían ser aspectos del dios maya del maíz. En síntesis, esta investigación propone que el acomodo en la Gran Plaza de esos seis monumentos fue una práctica ritual de culto a los dioses patronos de las veintenas, a las deidades G9 y G7 y a la Diosa Lunar, quizá en conexión con ciclos agrícolas, por lo que también intervendría el Dios del Maíz.
Aunque existen pocos estudios sobre la presencia de la Diosa Lunar en Quiriguá (Looper 2003: 53-56), en este trabajo se considera que esta debió haber jugado un papel muy importante en la ritualidad de este sitio por varios motivos. Uno es el que señala Looper (2003) acerca de su posible representación iconográfica en los altares Q y R en correspondencia directa con el Dios del Maíz. Lo que plantea el autor es que ambos altares, que no se encontraron in situ, pudieron haber sido marcadores de juego de pelota y, por lo tanto, haber simbolizado una entrada al inframundo en la que se representa a la deidad maíz/luna imbricada.(20) Otro motivo por el que consideramos que la Diosa Lunar tuvo un rol ritual destacado en esta ciudad es que prácticamente todas las notaciones calendáricas del sitio presentan Serie Lunar, algo que no ocurre en muchas urbes mayas del período Clásico. De hecho, en la Serie Lunar del Zoomorfo B hallamos uno de los pocos ejemplos en esta época de representación de la deidad en variante de cuerpo completo (fig. 13, cartuchos 8 y 9). Otra figuración suya se exhibe en el Zoomorfo P (fig. 15a). Todos ellos son casos excepcionales en la escritura e iconografía mayas.
En el patrón ritual direccional que hemos discutido en el primer apartado de este artículo existe un argumento más para plantear que la Diosa Lunar jugó un papel muy relevante en la vida ritual de Quiriguá, particularmente en los textos de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat y sus sucesores, debido al lugar que ella ocupa en la narrativa de las cinco estelas de la Plaza Central, a saber, las denominadas A, C, D, E y F. Como ya señalamos, el rasgo que consideramos sobresaliente para la vida ritual de Quiriguá es que la diosa aparece como patrona de la veintena en el gisi mirando hacia el oeste y con una fecha vinculada con el dios G7 de los Señores de la Noche (fig. 14). La única excepción podría ser la de la Estela A, donde destaca en el gisi que se orienta al este, pero explicamos ya que dicho monumento puede ser un relato continuo que nace en la Estela C y termina en el Zoomorfo B. Nos parece muy significativo que la entronización del gobernante de la ciudad haya ocurrido en un día K’ayab’, pues la deidad lunar es la patrona de esta veintena. No podemos dejar de sugerir una relación directa entre la fecha de entronización de K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat, 9.14.13.4.17, 12 Kab’an 5 K’ayab’, 2 de enero del año 725 dc, y la frecuencia con que surge la diosa patrona de esa veintena en la vida ritual de Quiriguá.
El Dios del Maíz también debió jugar un papel central en la vida ritual de Quiriguá. Se conocen referencias iconográficas suyas en diversos tocados de los gobernantes de la urbe a lo largo de toda su historia. Además, hay imágenes suyas prominentes en las bases de las estelas E norte y H norte. Aunque aún es necesario profundizar en los estudios sobre la presencia de este dios en la ciudad de Quiriguá, sugerimos que esta refiere a rituales de fertilidad concerniente a las inundaciones y tormentas.
Las investigaciones arqueológicas de Wendy Ashmore (2007) indican que los habitantes de Quiriguá pudieron haber desarrollado sistemas de control de daños frente a las inundaciones frecuentes que azotan esa región. Por ello, planteamos que dicho control debió ir acompañado de una ritualidad que buscaba conjurar la furia de las tormentas para que las lluvias fuesen propiciatorias de vida y fertilidad.
Como ya mencionamos, la cuenta de la Luna pudo haber estado vinculada con el origen del calendario maya que maneja años de 360 días o tunes y, si bien es necesario investigar más a fondo la importancia de esta diosa en las prácticas rituales, sabemos que decenas de eclipses lunares fueron registrados detalladamente en códices mayas del período Posclásico (ca. 950-1500 años dc), particularmente en el Códice Dresdensis (s.f.). En la serie de los 13 numerales que constituyen el tzolk’in, la Diosa Lunar personifica el número uno (Thompson 1960: 231).(21) Ella abre esta cuenta como representación de dicha cifra. La ambigüedad sexual de algunas figuraciones del número ocho (como deidad del maíz) y ciertos atributos diagnósticos compartidos, como las marcas de delgadez en el rostro o un rizo sobre la frente, hacen que ambas divinidades resulten muy similares (fig. 15b y c). Sin embargo, este trabajo sostiene que K’ahk’-Tiliw-Chan-Yopaat relacionó sus textos primordialmente con la Diosa Lunar por todas las razones ya expuestas.
Figura 15: a) La Diosa Lunar portando el glifo SAK, Zoomorfo P, Quiriguá (ilustración de la autora); b) La Diosa Lunar como numeral uno (ilustración de la autora); c) El Dios del Maíz como numeral ocho (Zender 2014: fig. 1b). Figure 15: a) The Moon Goddess bearing the SAK glyph, Quirigua, Zoomorph P (illustration by the author); b) The Moon Goddess as numeral one (illustration by the author); c) The Maize God as numeral eight (Zender 2014: fig. 1b).
COMENTARIOS FINALES
Hay pocos estudios sobre la práctica de orientar monumentos mayas del período Clásico, porque casi ninguna ciudad ha conservado sus estelas y altares in situ. Palenque, en Chiapas, actual México, es una de las pocas urbes mayas, además de Quiriguá, donde es posible reconocer algunos patrones direccionales en textos jeroglíficos tallados sobre los muros de sus templos. Aunque Palenque no erigió ninguna estela con inscripciones jeroglíficas, sí escribió textos que se encontraron in situ. Esto ha permitido identificar patrones de culto a los dioses de la triada en construcciones orientadas hacia el norte (Freidel et al. 1993: 140, 433; Looper 2003: 161-164). El epigrafista Guillermo Bernal (2011: 566-567) realizó investigaciones que indican un culto direccional en Palenque, donde los gobernantes se asocian a los cuatro puntos cardinales en las fórmulas glíficas chan tikil ch’ok taak y chan ch’ok taak, que pueden traducirse como ‘los cuatro jóvenes’.(22)
En otras ciudades mayas con textos cuya ubicación original ha cambiado, no se pueden reconocer patrones direccionales. El caso de Quiriguá es excepcional, porque la mayoría de sus monumentos (estelas, altares y zoomorfos), particularmente los que se ubican en el Grupo Principal, fueron hallados por arqueólogos de los siglos xix y xx en el mismo lugar y posición en que fueron instalados hace más de mil años (Stephens 1993 [1841]; Maudslay 1883: 186, 1886: 569; Morley 1935; Sharer 1990; Looper 2003). Esta situación inusual de la ciudad ofrece información valiosa para el análisis de patrones direccionales.
A partir de los datos vertidos aquí, podemos concluir que, en los seis monumentos analizados, el paso del hotún exhibe un patrón ritual direccional que se suma a otros indagados por Looper (2003: 181) en Quiriguá. Esta pauta ritual subraya la importancia de G9 y G7 en conexión con el este y el oeste, respectivamente, se vincula con deidades patronas de las veintenas y nos abre camino para el estudio del culto a la Diosa Lunar durante el período Clásico.
Agradecimientos Las ideas principales de este trabajo fueron presentadas en el xii Congreso Internacional de Mayistas, organizado por el Centro de Estudios Mayas de la unam en la Ciudad de México (junio de 2023), en la ponencia titulada “Un patrón ritual direccional en monumentos de Quiriguá”. Agradezco de manera especial a la Dra. Macarena Soledad López Oliva por la invitación a participar en este proyecto y por sus valiosos comentarios sobre los planteamientos centrales de esta investigación. También agradezco a mis dos evaluadoras/evaluadores por sus observaciones y sugerencias, así como al Equipo Editorial del Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino por todas sus atenciones.
Aldana, G. 2007-2008. Glyph G and the Yohualteuctin: Recovering the Mesoamerican Practice of Time Keeping and Nightly Astrology. Archaeoastronomy 21: 59-75.
Aldana, G. 2014. Ti’huun: Glyph F as an Astrological Title. Mayan Hieroglyphic Astronomy Notes 2: 1-7.
Ashmore, W. 2007. Settlement Archaeology at Quiriguá, Guatemala. Vol. 4. Filadelfia: University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology.
Bernal, R. 2011. El señorío de Palenque durante la era de K’inich Janaahb’ Pakal y K’inich Kan B’ahlam (615-702 dc). Tesis de Doctorado en Estudios Mesoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, México df.
Calvin, I. 2012. Hieroglyphic Decipherment Guide.
<http://www.famsi.org/mayawriting/calvin/glyph_guide_i.pdf> [consultado: 01-06-2024].